miércoles, enero 09, 2008

OCHO LETRAS

Como cada tarde hemos tomado café; éste es una excusa. Realmente la cita es para algo más: es el balance contable de nuestras horas, de las vivencias, de los sueños, las preocupaciones, las ilusiones y las inquietudes.
La mesa de mármol junto a la ventana, unas sillas vetustas que te obstinas como los viejos en decir que ahí se sentó algún literato, hombres de teatro, filósofos a divagar sobre los entresijos del universo, son nuestro escenario. Para mí, es una especie de confesionario; ponemos voz a esos pensamientos que martillean en la cabeza, a esos miedos inherentes a nuestros actos.
Un camarero, tan rancio y añejo como el lugar, nos trae los humeantes cafés: uno sólo para ti y un carajillo de aguardiente para mí. A pequeños sorbos vamos desgranando cada sensación diaria, y el sonido apabullante del local se va lentamente diluyendo y nosotros ascendiendo al limbo…Mirar por el ventanal tiene sin duda su misión cáustica: el trasiego de La Castellana, entre coches, gente y ruido nos ayudan a centrar esa idea vaga que ataca sin cesar nuestras mentes.

Me gusta escucharte, ¡cuentas tan bien las cosas!, que me parece estar metido en tu torbellino zumbón. Tu sonrisa es luminosa, franca y envolvente. Los ojos no te hacen justicia, ¡hay tanta vida en ti!, que su color chocolate apaga la expresión; pero ya estás tú para poner el énfasis necesario para que yo, tu interlocutor, perciba esa constante vital que emana con cada palabra desgajada de tu garganta. Me siento un cirujano, un destripador de tu persona, y me maravilla que cada día descubra algo nuevo. Me reafirmo en lo buena persona que tú eres. Sé que es una frase hecha, demasiado manida y mal utilizada, pero en este caso soy justo en mi afirmación. Cada vez es más difícil en este mundo en el que vivimos, violados derechos humanos, la integridad de muchas personas, la ingratitud y la injusticia, el dolor, como claves del sin vivir terrenal, encontrar a alguien puro, noble como tú. Dejamos de creer en la bondad, y seguro que hay mucha gente anónima y tú me lo demuestras, que cada gesto suyo es para dar un trocito de si mismo a quien tiene la fortuna de chocar aunque sea un segundo con su existencia.Me gusta decirte estas cosas, porque dudas de ti misma, porque te pierdes entre el mal y el bien y no es justo ni honesto que maltrates “tu yo” de manera tan vil.

Hoy hemos hablado del amor…, de la ausencia.

No soy escéptico aunque mi actitud induce a pensar que lo fuera. Esa voz tuya, cantora de tantas cosas, toma un tono intimista, y hasta el susurro y tonalidad queda, me dices: “le quiero”. Mis ojos se han abierto desmesuradamente, mi intelecto se ha puesto en guardia y yo, en silencio, me he preguntado “¿Qué significará esa expresión?” De repente, me he sentido un anciano; mis cuarenta y un años me pesaban como una losa funeraria, buscaba en mis registros más íntimos el sentido de semejante palabra pero, para mi desolación…, sólo el vacío he encontrado.

Te he invitado con mi gesto a que me dieras una charla sobre esas ocho letras… quería saber, experimentar, sentir su significado a través de tus pensamientos revoltosos.

Enciendo un cigarrillo tras otro mientras voy interiorizando cada palabra tuya. Tu expresión cada vez se empacha más y yo me emborracho de esas sensaciones que vives a cada instante junto a él; en la distancia y en tu soledad, revives, meditas, presientes un nuevo encuentro llenando un futuro de expectativas; son tus dudas las que te inquietan si el acierto llegará a la cúspide o si, la equivocación será la estrella de tu infierno personal.

Mentalmente voy haciendo dos columnas con pros y contras, pero es la segunda la que se va alargando, no hallando un stop que frene el desastre hasta que, de pronto, vuelves a decir esas ocho letras que me suenan a mágicas y misteriosas: “le quiero”… y choco frontalmente contra un muro infranqueable.

El golpe ha debido despertar a alguna neurona despistada, porque empieza a recordar que una vez, hace mucho, mucho tiempo, alguien tan parecido a mí que se podría confundir con yo mismo pronunció hasta la saciedad esas ocho letras tan difíciles de digerir.

Te he sonreído y en añicos se han roto mis dos columnas mentales. Mi voz ha surgido como un volcán para decir: arriésgate.Sentía en ese instante tan intensamente, que mi faz apagada por el tedio se ha encendido como un semáforo en verde pistacho…, tú me acababas de recordar de qué color era el amor.

Mi cuerpo, mi cabeza, eran dos computadoras a pleno rendimiento pasando escenas visuales, sensaciones gratificantes, comprendiendo lo que cabezonamente me niego a admitir… Me ha venido a la mente la sombra gris y silenciosa que avanza con mis pasos cada día; tierna, dulce, despegada de si misma para darme todo lo que tiene y que humildemente me pedía esta mañana al despedirse: “te quiero, no lo olvides… ¡Ah! ¿Me podrías comprar un par de cervezas?”

El amor tiene muchos disfraces; se camufla de muchas versiones y es importante saber conocerlo, porque está en cualquier gesto… diciéndote ocho letras.

Gracias amiga por esta lección de anatomía sentimental… ¡Hasta mañana a la misma hora!

3 comentarios:

Carlota dijo...

Estás que te sales...magnífico relato...y es que a veces queremos razonarlo todo, nos ponemos a hacer listas de pros y contras...pero quien nos dice que el amor es racional? y cuántas veces de tanto pensar se nos escapan las oportunidades? y luego, nos pasamos la vida pensando en lo que podía haber sido y no fue, arrepintiéndonos de no haber dado ese paso...así que sí vale la pena arriesgarse. Un besazo.

Maria Coca dijo...

Este tipo de conversaciones resultan de lo más interesantes. Envidio el momento. No dejes nunca de potenciar tales charlas porque se aprende mucho en ellas.

Gracias por compartirlas en este lugar repleto de encanto.

Besos desde mi orilla.

PIER dijo...

Hermosa conversación..no hay cosa más gratificante que alguien te abra su corazón y mientras te habla.. tu vives sus momentos y te alegras por ello..

Dichosos aquellos que pueden decir te quiero sin verguenzas..sin trampas sin sombras..

más que una charla de amigas .. ha sido una reflexión para ti..
me gusta como lo has narrado.. tus palabras son exactas sensibles pero con fuerzas.. me quedo con estas:

arriesgate...

abrazos..