lunes, diciembre 03, 2007

AMOR ETERNO

Se ha muerto el amor eterno, esa fidelidad hasta el fin de nuestras vidas, el matrimonio para siempre. Hoy esa eternidad dura en lo que descorchas una botella de Coca Cola. Después, las burbujas, la fuerza de su espuma desaparece hasta convertirse en un caldo que te hace vomitar.
Se mueren los matrimonios de “en lo bueno y en lo malo”, ni siquiera en periodo de bonanza resisten un vientecillo rasante que mueva las tres hojas que están naciendo. Vuelan, vuelan hasta que caen exhaustas, secas y descoloridas.
Ya no hay resortes morales que nos ciñan al corazón del otro. La tinta donde reafirmaste un sí quiero se secó antes de salir del ayuntamiento o de una iglesia. Matrimonios express que borran las señas de identidad, esas que no dimos tiempo a echar raíces.
No sabemos caminar acompañados, los pasos del otro cortan nuestro vuelo rasante y es mejor abortar en unas ocasiones y, en otras, asesinar veinte o treinta años de convivencia.
Dicen que ahora somos más nosotros mismos y que lo de antes era hipocresía… Imaginemos un combate con nuestro yo antagónico, una crisis de identidad, una depresión honda de la persona que tenemos dentro, ¿trataríamos de analizar, de ser pacientes, de buscar soluciones o, matarla, borrar su existencia a la primera de cambio?
Mejor, amores de usar y tirar, lo de reciclar es costoso, en tal caso eduquémonos a llevar al contenedor de cristal el vidrio de una noche de juerga y los periódicos al contenedor de cartón. Pero reciclar un amor, ¿para qué? Sal a la calle, vete a un bar, a una tertulia, seguro que allí te estará esperando la siguiente etapa de un nuevo amor a quema ropa. Así hasta la última luz de nuestros días.
No es cuestión de edad, hoy disparamos a los veinte, a los cincuenta y en la jubilación… Recuerdo las crisis de mi andar con zapatillas, chanclas y estiletos con mi marido. Lluvia, tormentas y barro en nuestros zapatos… Y él ahí, siempre, aunque los silencios nos ahogasen. Nuestras manos se han buscado y se buscan para darse la fuerza que, a veces, muchas, nos falta para retomar la senda que emprendimos hace tanto que el tiempo acecha con borrar la memoria. Como yo, muchos amigos, no soy una excepción y quien no pudo superar el bache, supo luchar contra el temporal hasta que dio por cerrado un ciclo y emprendió una nueva vía con la conciencia limpia del soldado que luchó hasta el final.

Hoy ya no hay amor eterno, son otros tiempos en que no se ha inventado aún el contenedor de reciclar amores… El que existe se ha debido de quedar obsoleto.

4 comentarios:

Maria Coca dijo...

Interesante reflexión intimista. Es cierto: hoy todo caduca. Vivimos en una sociedad de cambios que arrastran otros cambios. Vientos que nos traen y nos llevan, dejando trozos de lo que hemos sido en cada lugar, en cada tiempo. La eternidad se fue a otro mundo. Hoy sólo es hoy. Mañana, una incertidumbre.

Besos desde mi orilla.

Unknown dijo...

Es una pena.. ojala hubiera amor eterno, pero creo que solo uno de los dos podría mantenerlo ahora siempre uno cojea y se rinde. La eternidad no es de los humanos supongo querida Mari Angeles

me gustó tu escrito, me ha hecho pensar, sobre eso mismo,1beso.

Carlota dijo...

Pues a mí me ha pasado como a tí: hemos atravesado juntos muchos barrizales, barrizales en los que pensábamos que uno de los dos se hundiría...pero siempre, la mano del otro tendida y con suficiente fuerza para conseguir salir los dos, sucios, pero indemnes...y esa suciedad se quita con una ducha. De todos modos, cierta tu reflexión: ya pocos son los que luchan...enseguida se cansan, o no interesa...y no se trata de luchar por algo perdido...pero muchas veces se da por perdido lo que realmente no lo está. Y por lo menos, que nunca quede la duda de que no se hizo todo lo posible. Un abrazo, estupenda reflexión, de verdad, cielo.

Anónimo dijo...

Nunca hubo amor eterno, quizá el de la madre por el hijo. Los demás, son amores más o menos sentidos, más o menos realizados, que cada uno sostiene como puede. ¿No es el amor una renuncia?