Hay días en que no tengo mucho que decir o nada. Las palabras están ausentes y la afonía es mi provisión, el alimento para el alma.
Hay días en que la letra no teclea, ni siquiera un deseo. Me cuesta esbozar una sonrisa, un aliento para quien camina junto a mí.
Hay días en que mis manos yacen sin vida sobre un papel en blanco. Él me reta y, sin embargo, le ignoro. Los vocablos no tienen promesas, no poseen consistencia para despertar el intelecto.
Hay días en que la dicción se me resiste, es inútil esperarla; no vendrá. No gusto a las musas o, ellas revolotean en otras mentes y me relegan al banco de la paciencia.
Hay días en que me pregunto dónde está la sensibilidad de mi lengua, dónde está, dónde está…
Hay días que están vestidos para meditar en calma y reposo, para agradecer al silencio la voz que calla en las yemas de mis dedos. Entonces, dibujo secretos sin confesar y el dolor que me produce el vacío de mi imaginación.
Y, así, espero en el misterio de un nuevo amanecer, o un flamante crepúsculo, a que las campanas tañen de nuevo al índice, pulgar, corazón, anular, meñique…, y vuelvan a escribir algo para ti.
4 comentarios:
en tales días yo sigo aquí, y allí, y aquí
:-)
abrazo, ángeles,
santi
:-)
amor
Tranquila, nos pasa a todos, pero ves...hasta en un día como esos, escribes esta tan buena reflexión. Un abrazo.
Te ha atrapado la melancolía, pucelana de dulce sonrisa. Suele ocurrir en esta época otoñal. Por eso hoy yo me perdía por nuestros campos castellanos, en mi pueblo concretamente, y respiré hondo, con ansiedad, y contemplé el cielo, más azul que nunca, y el abanico multicolor de los campos, que aportó sosiego a mi caminar.
Pues es así , les ocurre a todos los escritores , yo les llamo "tierra de nadie" , pero alguien como tú, Angeles, tiene que tener la seguridad de que "el resto de los días" se vestirán de palbras.
Abrazos del mar.
Lola
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