HOMBRE CON TRAJE DE NOVIO

La semana que tengo turno de tarde se me hace muy desagradable montar en bus; al medio día va hasta la bandera y el público no es demasiado afable. Las amas de casa de la tercera edad tratan a veces de colarse, o hacerse las víctimas para que las dejes un hueco a ellas y a sus bolsas y, para colmo, protestan por casi todo. Los hombres, también de su misma edad, en cambio viajan silentes con la mirada vidriosa puesta en un punto indefinido. Con la visera calada hasta las cejas se pierden en un mar oscuro; me gustaría excavar en sus pensamientos.

...Hoy, después de muchos empujones terminé al lado de un hombre vestido con traje de novio; era como ver un pulpo en un desierto. Le sonó el móvil y, después de grandes dificultades por falta de espacio, pudo sacar el teléfono de la levita; habló a su móvil y a mi oreja con la misma intensidad “Ya vuelvo. La entrevista, mal. Éramos cerca de doscientos, ya ves, para una plaza. Ahora me cambio y me voy a Marqués de Salamanca, tengo a las tres una entrevista de camarero. Con ésa ya son cuarenta y tres entrevistas y nada, da igual cualquier palo que toque, y la Luci a punto de parir gemelos y yo sin trabajo. Tío, estoy desesperado”... Traté de mirarle sin que mi cabeza le tocara. No creo que tuviera más de veintisiete años, oscuros socavones alrededor de sus ojos y un rictus desolado... Llegó a su parada y le vi bajar con los hombros caídos, tanto como su ánimo.