jueves, abril 07, 2016

DIARIO DE UNA NOVATA VALLISOLETANA I, APÉNDICE

Diario de una novata vallisoletana I, apéndice
Madrid, 7 de abril, 2016
“Escribir es la manera más profunda de leer la vida”… En mí, es recolocar las ideas, acariciarlas, perdonarme, descubrirme, reír y comprender. Ya no sé explicar sin letras. Es un viaje a los interiores de mi ser y ver el paisaje que allí se cuece. Después extraigo lo que palpita y lo fundo en letras minúsculas y, mientras la tinta fluye, la serenidad y el sosiego van creando un paisaje de tres elementos: hombre, paisaje y una pasión, Delibes dixit.
Pero una obra es cosa de dos, un matrimonio: del escritor y del lector. ¿De qué sirve vomitar, echar fuera aquello que te carcome si luego no tienes quién te lea? Estéril tu trabajo. Sí, en principio calma mientras vas colmando de bilis un papel con tinta azul. Disfrutas incluso con esa vista de suaves pinceladas y letras titubeantes mientras tus pasos van racheando cual costalero en el que te hubieras reencarnado. Pero después, cuando tu encaje conforma un mantón de hilos bien casados, tejidos con puntadas desde el corazón y tus yemas hierven sangre de tanto coser entre las costuras de tu alma, necesitas ofrecer, ansías compartir porque, ¿qué es la vida sin compartir? Un erial, un desierto donde no existe oasis posible.
Estoy más relajada, Sevilla…Gymnopédies esta gustando, gustando mucho si me apuras y eso calma mi sed. La novela está cumpliendo su objetivo: distraer, hacer compañía, a veces parar, coger aire, y pensar. Meditar lo qué significa un amigo, una familia, un amor. No un amor de ida y vuelta que no anida, sino ese amor sopesado como dibujaba Miguel Delibes en “Señora de rojo sobre fondo gris”. Y es que en Sevilla…Gymnopédies se habla de amor, incluso de ese amor romántico como cuando a Delibes se le colaba su ángel entre sus renglones.
Hablar de manera sencilla y cercana, metiéndote en la piel de gente corriente que chilla por los callejones de la vida para no ser invisible.
Llegar a Valladolid, es llegar a casa, donde los tuyos te esperan, donde una madre desea oir la voz de su hija entreverada de emoción. Es perder la vista entre tus amigos expectantes de tus palabras. Es tocar el cielo tímidamente y sentir que estás en una nube que te mece entre algodones.

Valladolid, tierra de campos, seria, fría en distancias largas, recogida en lo suyo, me espera y yo ansío llegar para abrazar a los míos, para ofrecerles mi decir con una hija hecha a fuego lento en tierras lejanas, envuelta de música, con sonrisas, intrigas, dolor y esperanza, pero al fin y al cabo una hija del Valladolid de siempre, ese que se abre en las distancias cortas y pierde su gesto osco y desconfiado. Mi hija, Sevilla…Gymnopédies, por fin, llega a casa.

4 comentarios:

PEPE LASALA dijo...

Tienes que estar contentísima y muy orgullosa Mª Ángeles, tú lo has dicho, es tu "hija". ¡¡Enhorabuena de todo corazón!! Un fuerte abrazo. @Pepe_Lasala

TORO SALVAJE dijo...

Seguro que la tratarán muy bien.

Besos.

Ambar dijo...

Y seguro que al llegar a casa lo que encuentras es un hogar, ese lugar que te abraza y te acoge como si de un útero se tratara y tu estuvieras empezando a ser tu.
Besos

Maripaz dijo...

Que cerca te tengo y que bien has descrito tu novela. Voy por la mitad y me esta encantando.
Cuando te leo, siento que estoy viva y fluyen a borbotones los sentimientos.
¡Gracias!