EL AMOR, ETERNAMENTE ÉL
Mi querido Amor:
Ahora, que el tiempo ya no vuelve y que he perdido las vergüenzas, me gusta
pasear por el mundo con el alma a la intemperie y hacer lo que antes, por
pudor, me heló la sangre.
Sí, me gusta escribir sobre ti, desnudarte lentamente parándome en cada uno de
tus recovecos. Manosear tus dobleces, las contradicciones a las que te ves
sometido. Saborear la dulzura de tus momentos acompasados.
Cierro los ojos y escucho tus susurros que van calando muy dentro en la burbuja
de mi corazón. Te sonrío, disfruto de tu arritmia… Y, más tarde, me alejo de
ti, me voy por donde llegué sin frío ni calor, no sintiendo tus mordiscos
amargos, sabiendo que soy libre de tu estigmática figura de eterno enigma.
Tú, el amor, eternamente tú, díscolo y achispado, soberbio y malhumorado,
tierno y acaramelado, nunca me dejas indiferente.
Por eso hoy me he decidido a escribirte sin la afasia que siempre me
caracterizó cuando te mostrabas ante mí y yo me ocultaba en tu bosque,
avergonzada de ser tuya, un árbol más de tu paisaje eterno.
No me olvides como el otoño y su hoja caduca, pues recuerda que soy perenne en
tu jardín de sueños inalcanzables.
Siempre tuya
Debilidad
5 comentarios:
Es la ventaja que tiene hacerse mayor, que uno se pone por montera el qué dirán.
Llegado el otoño, se puede pasear con el alma a la interperie.
Olá Mª Ángeles.
Uma linda crônica, uma leitura agradável falando de coisas que envolve o amor, decisões adiadas e tomadas, por fim. Parabéns.
Um beijo.
Pedro
Nos muestras una visión en perspectiva desde la eterna y equilibrada soñadora...Bello e inspirador, amiga.
Mi abrazo y mi cariño.
¡Agradecido María Ángeles que hayas pasado por mi blog y dejado tu señal!
Cuando nos pasan los años, de por sí nos ponemos más audaces en el pensar y en el hacer, sobre todo quienes ya superamos la estigmatizante barrera de los 80.
Un beso austral.
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