Era una mañana plata y verdes oscurecidos hasta que el sol se coló entre las hojas del magnolio. Entonces recordé su sonrisa, sin duda forzada, pero era la expresión del eterno perdedor que pone cara a sus futuros sin esconderse, sin achicar sus energías.
Sus ojos de diablillo se encendieron y yo, en silencio, en la distancia, pude acariciar su rostro de chico noble que calla sus sentimientos aderezándoles con esa sonrisa suya tan luminosa y transparente; detrás de ella refugia los sinsabores, las decepciones, la soledad… y jamás sin un atisbo de queja.
En aquella mañana con la luz tamizada entre las hojas de un magnolio, abracé a aquel muchacho que se alejaba sin remedio de mí.
Di un mordisco a un delicioso bollo francés mientras mi tristeza se agazapaba tras la hoja de aquel magnolio y comenzaba a caminar de nuevo mi corazón marchito de ausencias.
Sus ojos de diablillo se encendieron y yo, en silencio, en la distancia, pude acariciar su rostro de chico noble que calla sus sentimientos aderezándoles con esa sonrisa suya tan luminosa y transparente; detrás de ella refugia los sinsabores, las decepciones, la soledad… y jamás sin un atisbo de queja.
En aquella mañana con la luz tamizada entre las hojas de un magnolio, abracé a aquel muchacho que se alejaba sin remedio de mí.
Di un mordisco a un delicioso bollo francés mientras mi tristeza se agazapaba tras la hoja de aquel magnolio y comenzaba a caminar de nuevo mi corazón marchito de ausencias.
Aspiro el olor de Magnolias con deleite, me recuerda el aroma de la niñez perdida.
ResponderEliminarLos magnolios son ideales para avenidas urbanas, pues dejan poco y fácil para barrer. Sus flores siempre me han recordado a los nenúfares.
ResponderEliminarUmmm se huele... paz... en el corazón..
ResponderEliminarbesos
Querida amiga.
ResponderEliminarMuy bello texto,evocador y con ese aire de melancolía que la imagen trasmite.Ausencias irreparables.
Un fuerte abrazo guapa.