
En una roca que crece al mar está apostado un hombre. Su rostro son grietas de muchas añadas y, sus ojos, dos sabuesos que miran concentrados a un agua oscura, tan negra como una ruda noche de invierno. Las manos las mueve con certera posesión de quien sabe lo que hace; domina el elemento lanzando la caña con majestuosidad pasmosa. Luego, espera que el tiempo pase por el agujero de la arena. Las olas salpican su cuerpo, sin embargo él no se inmuta. De pronto la caña se tensa; espera y, después, va dando lentamente vueltas a una especie de ruedecilla hasta que, entre el cielo y el agua se asoma un pez. Él lo recoge, lo desengancha del anzuelo, recorre con sus dedos la suavidad de la piel grisácea. Las manos patinan por el cuerpo con respeto, veneración, incluso.
Después le lanza a una ola para que siga navegando.
El hombre, de nuevo, prepara la caña y la lanza al agua. Sus pies cuelgan sobre la roca y él espera un nuevo desafío.
Envidio su paciencia.
ResponderEliminarEsa calma ajena al reloj con la que viven.
Están en armonía perpetua.
Besos.
La mañana ante tus escritos, me sumerjo y me derrito..
ResponderEliminarQue tengas un buen día..
Un abrazo
Saludos fraternos..
Con pasmosa serenidad, una vez que ya no tiene ninguna prisa por llegar al futuro, está retando al tiempo. Devuelve al mar el pez porque no está pescando peces, trata de pescar recuerdos, la caña es un pretexto.
ResponderEliminarUn beso, querida amiga.
Es posible que este acto sea como el recorrido de sus años... tira, suelta...
ResponderEliminarEl texto, para encuadernar y leer en puerto.
Besazos, Cantalapiedra.
Que alegría tu visita!!!
ResponderEliminarEse mismo pescador lo he visto en los puentes de Cádiz y Estambul. Que forma tan sabia de parar el tiempo. Hace unos días también vi a un pobre pescador en la fría ciudad de Leeds.
Excelente entrada como todos las que he podido leer.
ResponderEliminarSaludos
Sittin' here resting my bones.
ResponderEliminarAnd this loneliness won't leave me alone.
It's two thousand miles I roamed.
Just to make this dock my home.
Now, I'm just gonna sit at the dock of the bay.
Watching the tide roll away.
Oooo-wee, sittin' on the dock of the bay.
Wastin' time...
(Otis Redding)