FRÍO

El viento se ha pasado la noche silbando al silencio. De vez en cuando abría los ojos con el afán de encontrar su sombra vigilando mi sueño.
El silencio temblaba de miedo y se escondía bajo mis sábanas. Las persianas eran zarandeadas por la cólera de la noche y yo me encogía y estiraba como un gato al calor de un rayo… Seguro que más de un niño esta noche ha sentido miedo porque el viento no dejaba de gritar y, hasta la soledad se ha ido corriendo buscando refugio bajo mi cuerpo.
Cuando me he levantado, un aire frío me ha rodeado y me han dado ganas de volver al sueño de mi almohada. Pero si lo hubiera hecho, me hubiera perdido los tejados dormidos, tapados de hielo blanco y la niebla meciendo a la ciudad.
Ha sido entonces, mientras una taza de café calentaba mis dedos dormidos, cuando he recordado el sol de ayer pegándose a la ventana y diciéndome que cerrara los ojos, que me perdiera en mis sueños. Era un sol tierno que acariciaba mis sentidos, que besaba mi rostro con la dulzura de un padre.
Hoy, cuando el frío ha llegado, muchos no habrán tenido el calor de un hogar para paliar el vacío…
Yo, con viento, frío y oscuridad, he abrazado a los míos, necesitaba sentir su corazón junto al mío.