sábado, enero 12, 2008

MEMORIAS DE SEDUCCIÓN


Siempre he tenido tendencia a idealizar cualquier cosa, fuera un cuadro, un viaje o una persona, pero la edad me va haciendo mella y comienzo sólo a idealizar los recuerdos, ese libro que escribimos sin letras y que muchos llamarían “memorias”.

Y llegado a este punto no puedo evitar recordar a mi suegra, un ser especial que vivía anclado en un capítulo concreto de sus memorias. Cuando se ponía hablar de su época dorada, yo tenía la sensación de caminar de su mano, vivir, sentir, ver, cómo ella… Hoy pienso que hubiera sido una excelente cuentista porque hacía, de todo aquel que la escuchara, subirse a su nave y navegar por su mar de sueños… Aún oigo su voz, veo sus ojos iluminados por aquel recuerdo.

Tenía una memoria prodigiosa y me da rabia que yo tenga, hoy, una de mosquito y no pueda recordar, por ejemplo, qué paso en 1989. Sin embargo, sí tomo conciencia de que mis memorias van ligadas a sensaciones. Los cinco sentidos rinden a pleno pulmón y te puedo contar el aroma a Azahar del Puerto de Santa María la primera vez que estuve allí, o la luz de la playa de Matalascañas o el sonido de una gaviota aposentada a mi lado tratándome de tú a tú… La ternura que sentí cuando vi a mi hijo mayor metido en la incubadora, o la sensación de plenitud cuando salí paseé un día, no sé cuándo, con mis hijos. O, el sabor de aquel bocadillo de “pringá” del barrio de Santa Cruz. O, el amor que siento hacia mi marido cuando le observo a la sombra de mis memorias.

Mis escritos están pintados de fotografías, instantáneas de amistad, de risas, cuitas y emociones y, si he llorado, ejercicio que practico con mucha asiduidad, no encuentro lágrimas por ningún capítulo, sólo placeres simétricos en cada renglón sin palabras.
Quizá sea una sobreviviente a pesar de mí misma o, tal vez, es que he vivido plenamente hasta ahora, aunque mi memoria no sea de elefante, siendo consciente de que la vida es corta aunque alguien dijo que la vida es ancha… Y yo debo vivirla de manera apaisada para que me cunda más.
En fin, me seduce internarme en el bosque de sensaciones de aquella vez en que viví algo aunque no recuerde el año, ni siquiera el mes.

6 comentarios:

Carlota dijo...

seductoras imágenes...gracias por ese recorrido tan hermoso. Un beso, guapa.

ana dijo...

Tienes mucha suerte,
mucha vida, mucha emoción,
mucho.
un abrazo
ana.

Fernando dijo...

será que la vida es diferente para cada uno...soy una memoria andante y mis recuerdos abruman a mis amigos...hace poco he conocido a una mujer que ahora es amiga y al verla le dije te conozco...llegué al meollo de donde y cuando...hacia 28 años que no la veía y ella desde luego no se acordaba de nada...esto es bueno?..no lo sé a veces también es bueno quedarse con las pocas cosas que el tiempo te ha marcado en tus sentidos...pero las cosas son como son..abrazos.

I. Robledo dijo...

Ah, volver a nacer, y andar camino, ya recobrada la perdida senda! Y volver a sentir en nuestra mano aquel latido de la mano buena de nuestra madre... Y caminar en sueños por amor de la mano que nos lleva (Antonio Machado).

Los recuerdos de la infancia..., ¡casi nada!...

Saludos en la distancia

Fernanda Irene dijo...

Bonito texto sobre la memoria. A mi me pasa igual que a ti, apenas puedo relacionar recuerdos con fechas. Quizá, en mi caso, sea porque no me gusta mirar atrás. Evidentemente no pierdo todas las escenas, acontecimientos y sensaciones pasadas, pero reconozco que soy bastante selectiva y que, afortunadamente, tengo una gran capacidad para olvidar aquello de lo que nunca quiero acordarme.

Te sigo leyendo.

Abrazo

Irene

PIER dijo...

Creo tener buena memoria.. a veces me paso un rato recordando mi ninez,, y veo con asombro que puedo recordar hasta los colores de mis vestidos preferidos.. o mis muñecas. Pienso que la memoria hay que estimularla.. y a veces tenemos que refugiarnos en fotos o videos. para volver a sentir y ver esas imagenes del pasado que nos acompañaron en un tiempo.. y el cual no debemos dejar de olvidar..

abrazos..